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COLOMBIA DEFINE LA SUERTE DE LOS HIPOPÓTAMOS DE PABLO ESCOBAR Featured

COLOMBIA DEFINE LA SUERTE DE LOS HIPOPÓTAMOS DE PABLO ESCOBAR

El parque principal de Doradal, el corregimiento más próspero del municipio antioqueño de Puerto Triunfo, no está presidido por la escultura de ningún prócer de la independencia, sino por las de hipopótamos.

Cuatro ejemplares de estos mamíferos, que no tendrían por qué verse fuera del continente africano, llegaron a Colombia importados ilegalmente por el narcotraficante Pablo Escobar, en la década de 1980, cuando formó un zoológico en la hacienda Nápoles, ubicada en Doradal.

Desde entonces, estos animales se han reproducido a tal ritmo que, según estiman las autoridades, hay entre 70 y 100 habitando sin mayor control la cuenca del río Magdalena, generando a su paso graves afectaciones en los ecosistemas y representando un peligro latente para los habitantes de la zona.

Precisamente para prevenir los riesgos de la sobrepoblación de esta especie, un abogado abanderado de los derechos animales llevó ante la justicia una demanda de acción popular que pretende controlar el problema sin sacrificar a los hipopótamos, una salida que han planteado distintas entidades y personas.

“Desde hace mucho tiempo está planteado el debate sobre el futuro de estos animales, pero se enfría y se calienta según la coyuntura y aún no hay una solución real de las autoridades para este tema”, dice Luis Domingo Gómez Maldonado.

Él es el abogado que interpuso el recurso judicial que llegó a manos de un magistrado del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, con sede en Bogotá, a 283 kilómetros de ese municipio caluroso que en ciertas noches recibe la visita de los hipopótamos.

Según los cálculos de un estudio científico publicado en El Servier, si no se intensifican las medidas para contrarrestar la reproducción de estos mamíferos, en 2034 la población será de casi 1 500 animales. Para los autores de la investigación, sacrificarlos es necesario para prevenir esa situación.

El recurso está en manos del magistrado Moisés Mazabel, y fue admitido desde el 28 de agosto de 2020. Desde entonces, se les ha solicitado a las autoridades ambientales que alleguen sus explicaciones sobre cómo han atendido la problemática.

Aunque aún no hay una decisión de fondo sobre el futuro de los hipopótamos, si el tema no se resuelve conciliatoriamente, podría llegar al Consejo de Estado, con lo que compartiría anaquel con otros procesos de animales que han llegado a altas cortes.

Varios de esos casos están en cabeza del abogado Luis Domingo Gómez Maldonado, quien además es el fundador de la cátedra de Derecho Animal en dos maestrías de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

Para él, es indispensable tener en cuenta que los hipopótamos no decidieron llegar al país, sino que fueron traídos por el criminal Pablo Escobar.

"Estos animales terminan siendo victimas del fenómeno del narcotráfico. En un país que está haciendo esfuerzos inimaginables para superar esa lógica de muerte no se puede seguir la máxima de Escobar de que los problemas se resuelven solo de dos formas: con plata o con plomo. Sacrificar a los hipopótamos, que son el último de los grandes símbolos de Escobar, sería darle la razón a ese pensamiento violento", dice el abogado.

Colombia es el único país fuera de África donde estos animales están libres por el territorio, y, dadas las dimensiones de cada espécimen –pesan entre 1,5 y 4 toneladas y pueden medir más de tres metros–, controlarlos es todo un reto.

La Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los ríos Negro y Nare (Cornare) calcula que en su jurisdicción hay entre 55 y 60 hipopótamos. David Echeverri, biólogo de la entidad, cuenta que, hasta el momento, han logrado reubicar cuatro de estos animales en zoológicos nacionales, y otros 10 han sido objeto de esterilización, un proceso que resulta una hazaña en esta especie.

“Los hipopótamos están en el agua todo el día, y solo salen a alimentarse en las noches. Son animales muy agresivos, que casi siempre están en grupo y a campo abierto, por lo que capturarlos, además de ser un proceso muy peligroso, requiere de mucha gente y tiene un precio que puede llegar a los 23 millones por cada uno”, cuenta.

Por su parte, la Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia (Corantioquia), que calcula tener al menos cuatro hipopótamos en su jurisdicción, asegura que en 2017 inició la construcción de un corral especial para confinar a los animales, pero la medida no tuvo éxito.

Por otro lado, en llave con Cornare y el Ministerio de Ambiente, se está gestionando la importación de un medicamento estadounidense que permitiría la inmunocastración de los hipopótamos.

Aunque la cartera de Ambiente se comprometió a estudiar la posibilidad de declarar a los hipopótamos como una especie invasora, el abogado Gómez asegura que esa acción abriría la posibilidad de que se autorice la caza de control para estos animales, lo que crearía nuevos riesgos.

Además de estas acciones, las corporaciones han tenido que trabajar en la sensibilización de las comunidades que tienen contacto con los animales. “Hay gente que los ve como una especie carismática, con aspecto bonachón, pero estos animales representan un grave peligro”, cuenta el biólogo de Cornare.

De hecho, en mayo de 2020, Luis Díaz, un campesino de Puerto Triunfo, estuvo 15 días hospitalizado luego de que un hipopótamo lo mordió y lo lanzó contra una zanja.

A los peligros para las personas se suma el desplazamiento de especies nativas, la alteración físico-química de los cuerpos de agua, la apertura de canales que crean al transitar, por su peso, entre otros que urgen una solución.

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